

El terremoto de magnitud 7,7 que sacudió Birmania y Tailandia el 28 de marzo ha dejado más de 1.000 muertos y casi 2.400 heridos, según las autoridades locales. Las operaciones de rescate continúan en la región, mientras que los esfuerzos internacionales se intensifican para brindar asistencia a las víctimas. La Unión Europea, Estados Unidos e India han ofrecido ayuda a las naciones afectadas, y la Organización Mundial de la Salud ha activado su sistema de emergencia.

El seísmo, ocurrido a las 6:20 GMT, tuvo su epicentro al noroeste de Sagaing, en el centro de Birmania. El terremoto, de baja profundidad, causó el colapso de numerosas estructuras, incluidos edificios, puentes y templos, generando una grave crisis humanitaria. En Mandalay, la segunda ciudad más grande del país, las autoridades informaron de extensos daños, con varios edificios destruidos y la infraestructura colapsada. La Junta Militar de Birmania, en el poder desde el golpe de Estado de 2021, ha solicitado ayuda internacional para hacer frente a la magnitud de la tragedia.
En Tailandia, el terremoto también causó víctimas, especialmente en la capital Bangkok, donde un edificio de 30 plantas colapsó. Aunque el número exacto de muertos y heridos sigue siendo provisional, al menos ocho personas han perdido la vida y más de 20 han resultado heridas. Los equipos de rescate siguen trabajando en la zona para salvar a los atrapados bajo los escombros. Mientras tanto, las tensiones sobre la distribución de la ayuda en Birmania persisten, ya que grupos de derechos humanos advierten sobre el control de la ayuda humanitaria por parte de la Junta Militar.